Desde
el lunes 16 de marzo los colegios se mantienen cerrados y las clases
se realizan a distancia. El estado de alarma decretado por el
Gobierno ante la pandemia, obligó a profesores y a alumnos a
adaptarse a una situación que nunca habían vivido. Esta nueva
realidad ha sido más difícil en aquellas familias con dificultades
para contar con conexión de Internet o con dispositivos electrónicos
para poder conectarse con los profesores y poder seguir su educación
y los deberes de forma telemática.
En Rute
el colegio Fuente del Moral, el mayor del municipio, tiene 410
alumnos, una parte de ellos procedentes de cortijos y diseminados de
Rute e Iznájar. Su director, José Antonio Tejero, reconoce “que
para toda la comunidad educativa ha sido una situación nueva, cuando
el maestro y la maestra lo que quiere es la presencia del alumnado
para hacer los mejor posible su labor pedagógica”. Pero este
distanciamiento se ha evitado “gracias a toda la comunidad
educativa, desde equipo directivo, profesores, padres y alumnado que
se han portado de manera genial antes las dificultades que tenemos”.
Según Tejero “hemos visto cómo los profesores han tenido muy
difícil llegar a ciertos alumnos por culpa de la brecha digital,
pero gracias al equipo directivo se ha podido localizar a esos niños
que por circunstancias diversas no podía estar conectados”. Poco a
poco se ha solucionado, “aportando ordenadores que tenía el
colegio en su aula de informática, gracias a la colaboración de los
trabajadores municipales y los voluntarios de Protección Civil”.
Otra
institución que también se ha volcado en la educación a distancia,
ha sido la Escuela Hogar Juan de Dios Giménez que acoge a un
centenar de alumnos de primaria y secundaria que utilizan este centro
para estudiar y dormir de lunes a jueves. Se trata de alumnos en
situación de vulnerabilidad o que residen en núcleos dispersos y
que tiene así una oportunidad para acudir con normalidad a clase.
Durante esta cuarentena un equipo de seis profesores ha realizado un
seguimiento de los niños, explica uno de estos profesores, José
Antonio Pino. Ha habido casos de niños que viven en cortijos “que
esperaban especialmente este contacto”, explica Pino, quien añade
también el contacto con los profesionales de Servicios Sociales para
poder atender otras necesidades de sus familias durante este
confinamiento.